¿QUÉ EXPLICA EL ÉXITO DE LAS ESPECIES EXÓTICAS INVASORAS?

Muchos científicos se han hecho esta pregunta y han buscado la respuesta entre las especies invasoras de distintos territorios. Sin embargo, la información publicada muestra que no hay una explicación única, sino que ésta depende tanto del ecosistema como de la especie considerada. A pesar de ello también se han detectado algunos patrones generales que parecen repetirse en distintos lugares del planeta. Entre las causas que explican el éxito de las invasoras, podemos diferenciar entre aquéllas que tienen que ver con las características del ecosistema receptor y las que son propias de la especie invasora.

Características de los ecosistemas que albergan mayor proporción de especies invasoras. Aunque no hay ecosistema en la tierra que no cuente con especies invasoras entre su acerbo biológico, también es cierto que hay ambientes con mayor proporción de especies exóticas que otros. Por ejemplo, las islas se consideran ecosistemas “frágiles” donde la introducción de exóticas suele tener consecuencias más drásticas que en los continentes. También los ambientes perturbados son más proclives a albergar especies exóticas que aquéllos estables y bien conservados. Dos hipótesis contribuyen a explicar este patrón:

La hipótesis del nicho vacío postula que algunas funciones de los ecosistemas pueden no estar desempeñadas por ninguna especie, debido a constricciones filogenéticas o biogeográficas. Por ejemplo, hay ecosistemas que carecen de árboles, como las praderas templadas de Suramérica. Pero ello no significa que ningún árbol pueda vivir allí, sino que los árboles de las regiones más próximas no han sido capaces de colonizar ese territorio. Sin embargo, recientemente se han introducido diversas especies de pinos exóticos (como Pinus halepensis y P. radiata), que no sólo soportan perfectamente las condiciones ambientales, sino que se propagan rápidamente gracias a la ausencia total de otros árboles con los que competir.

La hipótesis de la ausencia de enemigos postula que el éxito de algunas invasoras se debe a que en los ecosistemas que invaden no existen depredadores, parásitos o enfermedades, capaces de frenar su expansión. La pobreza de especies propia de las islas o causada por las perturbaciones reduce la probabilidad de que una especie invasora encuentre resistencia por parte de competidores, depredadores o enfermedades en estos ambientes.

Características intrínsecas de las especies invasoras.

1. Elevadas tasas de crecimiento y reproducción. Ambos caracteres conducen a una eficaz monopolización de recursos y a un desplazamiento de las especies nativas por exclusión competitiva. Por ejemplo, algunos de los árboles invasores de riberas y cunetas, como el ailanto (Ailanthus altissima), la falsa acacia (Robinia pseudoacacia) o el arce negundo (Acer negundo), crecen a gran velocidad, producen abundantes cosechas de semillas cada año y/o generan abundantes rebrotes vegetativos. En animales, por ejemplo, la capacidad de reproducción partenogenética supone una gran ventaja (una hembra puede tener descendencia sin ser fecundada por un macho); por ejemplo, es el caso del pequeño caracol acuático Potamopyrgus antipodarum, procedente de Nueva Zelanda, que se ha propagado con gran éxito por Australia, Europa y América; la llegada de una única hembra a un río o lago puede dar lugar a una población muy numerosa, ya que su tasa reproductiva es muy elevada.

2. Flexibilidad y plasticidad fenotípica. Diversos autores han sugerido que las especies invasoras son capaces de aclimatarse más y mejor que las especies nativas a condiciones ambientales nuevas o cambiantes. Esta capacidad de aclimatación puede deberse a una elevada plasticidad fenotípica, cuando un determinado genotipo da lugar a fenotipos muy distintos en respuesta al ambiente, o a una alta flexibilidad funcional, es decir, el fenotipo puede variar en el tiempo en respuesta a las oscilaciones ambientales. Es más, la plasticidad fenotípica puede variar no sólo entre especies invasoras y no invasoras, sino entre poblaciones de una misma especie que muestran distinta capacidad invasora. Tal es el caso de la población autóctona relicta de ojaranzo (Rhododendron ponticum) en el sur de España, que muestra una baja plasticidad fenotípica, frente a las poblaciones invasoras de esta especie en localidades del centro de Europa, cuya plasticidad es muy elevada.

3. Facilidad para la hibridación. Algunas especies poseen gran facilidad para hibridar con otras, lo cual les permite aumentar su variabilidad genética. Esta capacidad les puede conferir un gran potencial invasor, ya que favorece el establecimiento de poblaciones estables en áreas nuevas a partir de unos pocos ejemplares introducidos. Como ejemplo, cabe mencionar el caso de la Malvasía canela (Oxyura jamaicensis), especie introducida en Inglaterra en los años cuarenta, que se ha hibridado con nuestra especie autóctona, la Malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala). Los híbridos son fértiles y se pueden cruzar entre sí y con los progenitores, lo cual contribuye a la expansión de esta malvasía a expensas de una pérdida de los caracteres originales de la especie autóctona.