QUÉ ES UNA INTRODUCCIÓN


Según la definición del CBD "introducción" se refiere al movimiento, por acción humana, indirecta o directa, de una especie exótica fuera de su medio natural (pasado o presente). Este movimiento puede realizarse dentro de un país (traslocación) o entre países o zonas fuera de la jurisdicción nacional. Las introducciones pueden ser: · Intencionales: realizadas por el hombre, de forma consciente y con fines determinados. · No intencionales: producidas de forma involuntaria, pero siempre mediadas por agentes humanos.
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QUÉ ES UNA ESPECIE EXÓTICA


(Exótica=alóctona=foránea=no nativa) Según la definición del Convenio sobre Diversidad Biológica el término "especie exótica" se refiere a las especies, subespecies o taxón inferior, introducidas fuera de su área de distribución natural en el pasado o actual; incluye cualquier parte, gametos, semillas, huevos o propágulos de dichas especies que podrían llegar a sobrevivir y reproducirse. El término se fundamenta en conceptos ecológicos y biogeográficos, y no político-administrativos. Dentro de un mismo país una especie autóctona cuya distribución está circunscrita a un ámbito biogeográfico concreto puede volverse exótica si es introducida (voluntaria o involuntariamente) en otra zona del mismo país donde no se encontraría de forma natural (traslocación).
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¿QUÉ ES UNA ESPECIE EXÓTICA INVASORA?


Según la definición de la IUCN, una especie exótica invasora es “una especie exótica que se establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural; es un agente de cambio y amenaza la diversidad biológica nativa”. Según la definición del CBD, una especie exótica invasora es “una especie exótica cuya introducción y/o difusión amenaza la diversidad biológica” y causa serios daños a la economía y la salud. El término se refiere exclusivamente a aquellas especies cuya introducción (sea voluntaria o accidental) está siempre mediada por la acción humana y bajo ningún concepto se refiere a las invasiones biológicas que ocurren de forma natural (autoexpansión de una especie).
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¿TODAS LAS ESPECIES EXÓTICAS SE VUELVEN INVASORAS?


No todas las especies exóticas se vuelven invasoras, puesto que algunas causan un mínimo impacto y otras pueden ser incluso beneficiosas. Se estima que, de las especies introducidas, “sólo” entre un 5 y un 20% pueden convertirse en invasoras. Sin embargo, pese al pequeño porcentaje, el impacto que causan es de inmensa magnitud.
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¿CÓMO SE INTRODUCEN ESTAS ESPECIES?


Desde los primeros movimientos de las poblaciones humanas, a las grandes civilizaciones, a la época de los grandes descubrimientos geográficos hasta llegar a la era moderna y contemporánea, el hombre ha llevado o ha traído por distintas razones (comerciales, científicas, alimenticias, etc.) miles de especies. Muchas de ellas, pese a ser especies foráneas, han supuesto grandes beneficios y han llegado a formar parte de la vida cotidiana (tomate, patatas, pimientos, etc.). Otras afectaron de forma tangible a los ecosistemas (por ejemplo, en las islas de la cuenca del Mediterráneo) pero tales especies fueron introducidas en tiempos tan antiguos que ya se consideran parte de la fauna naturalizada que suponemos, a veces erróneamente, autóctona.

El número de introducciones se ha incrementado exponencialmente durante el último siglo y particularmente en las últimas décadas. La capacidad humana de eliminar barreras geográficas no sólo ha acelerado el fenómeno de las “introducciones”, sino que ha aniquilado dos parámetros que dominan la biología y la evolución: el tiempo y la escala. Comercio, transporte y turismo constituyen actualmente los tres principales factores que contribuyen al movimiento voluntario y accidental de especies, incrementando así la probabilidad de que alguna de ellas pueda volverse en una nueva invasora. La mayor velocidad de los medios de transporte constituye un factor crítico para el asentamiento de nuevas especies en cuanto que reduce enormemente la mortandad “en el camino”. A esto se añaden otros factores que pueden influir en la velocidad de colonización como son las características de las áreas de introducción y su grado de perturbación, los efectos derivados del cambio climático, etc.




Desde el punto de vista operativo es fundamental distinguir entre introducciones de especies exóticas:


-Intencionales: efectuadas por el hombre, de forma consciente y con fines concretos. Por ejemplo, el comercio de mascotas exóticas, plantas ornamentales, etc.


-No intencionales: se producen accidentalmente y ni el transporte ni la introducción se realizan de forma consciente. No obstante siempre ocurren por medio de agentes humanos y están estrictamente relacionadas con las vías o los vectores a través de las cuales las especies exóticas entran. Por ejemplo, la entrada de especies por medio de aguas de lastre de los barcos, por fouling, etc.


-Negligentes: a) se producen escapes de especies mantenidas en cautividad por falta de las medidas de seguridad necesarias y b) se producen introducciones a través de vías de entrada conocidas como de alto riesgo para las cuales no se han tomado medidas de prevención. Por ejemplo, escapes de granjas peleteras.

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CONSECUENCIAS DE LA INTRODUCCIÓN DE ESPECIES EXÓTICAS INVASORAS

Podemos dividir las consecuencias en tres grandes grupos: ecológicas, económicas y sanitarias.
Consecuencias ecológicas
Los procesos de transporte de especies tienen como consecuencia que las especies -tanto las exóticas como las del ecosistema receptor- se enfrentan a situaciones ambientales nuevas, para las que no han sufrido un proceso de adaptación por selección natural. Aunque muchas de las especies introducidas desaparecen, la persistencia de algunos ejemplares puede desencadenar una serie de efectos, a menudo difíciles de predecir. Si bien la extinción de especies es una constante a lo largo de la historia de la vida, las extinciones causadas por el hombre tienen una serie de características que las hacen diferentes e indeseables. Las EEI son la primera o la segunda causa de pérdida de biodiversidad, según fuentes que barajan, probablemente, diferentes puntos de vista. Según el Libro Rojo de la UICN de 2004, las EEI son responsables de poner en peligro al 5,4% de las especies con algún grado de amenaza (1284 de 23.675).
Las EEI:
1. Pueden provocar el desplazamiento de especies nativas.
2. Las EEI pueden hibridarse con las especies nativas con la consiguiente contaminación genética.
3. Las EEI pueden alterar las redes de interacción entre especies de la comunidad.
4. Las EEI pueden alterar las condiciones del ecosistema nativo.

Consecuencias económicas
Las invasiones biológicas causan impactos económicos, en ocasiones, de grandes dimensiones. En primer lugar, causan una pérdida en el rendimiento económico potencial de las actividades humanas. Esto se refiere a las pérdidas en la producción de las cosechas y la disminución de la supervivencia, el éxito reproductivo y la producción de animales domésticos y la reducción en la cantidad o la calidad de las actividades extractivas (marisqueo, pesca, etc.). También destruyen con frecuencia los alimentos u otros productos almacenados. Además, los daños en infraestructuras pueden ser considerables: obstrucción y destrucción de canalizaciones o diques, colmatación por acumulación de materia orgánica y retención de sedimentos, alteración y destrucción de cimientos o de vías de comunicación, etc. Esto conlleva gastos secundarios en la reducción de producción energética, en la disponibilidad de agua de riego o de consumo humano, etc. Las especies incrustantes suponen, además del gasto de su eliminación, una pérdida económica por la inmovilización de las embarcaciones durante las operaciones de carenado.
En segundo lugar, se debe tener en cuenta el coste de combatir las invasiones. Esto incluye todas las medidas necesarias de cuarentena, detección temprana, control y erradicación.
A todo ello se debe añadir la dificultad de encontrar una correspondencia económica a pérdidas derivadas de la invasión de especies, tales como la extinción de una especie, la pérdida de hábitat, el valor estético de un paisaje alterado, etc.

Consecuencias sanitarias y sociales
A veces las especies introducidas pueden ser reservorio de parásitos y patógenos y transmitirlos directa o indirectamente (mediante un vector) a las poblaciones nativas. Otras veces la especie invasora es el propio agente patógeno o parásito.
Por ejemplo, los mapaches (Procyon lotor) son portadores de enfermedades infecciosas como la rabia, el moquillo, el parvovirus felino y canino, adenovirus canino y la enfermedad de Aujeszky, también conocida como pseudorabia. Además, también actúan como huéspedes de varios parásitos que provocan enfermedades como la trypanosomiasis, la coccidiosis, y la toxoplasmosis. La mayoría de poblaciones de animales en Europa están infectadas por la lombriz intestinal del mapache, Baylisascaris procyonis. En Europa, el primer caso de infección en humanos por este parásito se produjo en 1991, a partir de un mapache doméstico. Esta lombriz intestinal causa encefalitis severa, o incluso fatal, en una gran variedad de aves y mamíferos, incluido el hombre. Los humanos se pueden infectar a través de la ingestión de partículas de suelo u otros materiales contaminados con las heces de mapaches portadores de huevos.
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¿QUÉ EXPLICA EL ÉXITO DE LAS ESPECIES EXÓTICAS INVASORAS?

Muchos científicos se han hecho esta pregunta y han buscado la respuesta entre las especies invasoras de distintos territorios. Sin embargo, la información publicada muestra que no hay una explicación única, sino que ésta depende tanto del ecosistema como de la especie considerada. A pesar de ello también se han detectado algunos patrones generales que parecen repetirse en distintos lugares del planeta. Entre las causas que explican el éxito de las invasoras, podemos diferenciar entre aquéllas que tienen que ver con las características del ecosistema receptor y las que son propias de la especie invasora.

Características de los ecosistemas que albergan mayor proporción de especies invasoras. Aunque no hay ecosistema en la tierra que no cuente con especies invasoras entre su acerbo biológico, también es cierto que hay ambientes con mayor proporción de especies exóticas que otros. Por ejemplo, las islas se consideran ecosistemas “frágiles” donde la introducción de exóticas suele tener consecuencias más drásticas que en los continentes. También los ambientes perturbados son más proclives a albergar especies exóticas que aquéllos estables y bien conservados. Dos hipótesis contribuyen a explicar este patrón:

La hipótesis del nicho vacío postula que algunas funciones de los ecosistemas pueden no estar desempeñadas por ninguna especie, debido a constricciones filogenéticas o biogeográficas. Por ejemplo, hay ecosistemas que carecen de árboles, como las praderas templadas de Suramérica. Pero ello no significa que ningún árbol pueda vivir allí, sino que los árboles de las regiones más próximas no han sido capaces de colonizar ese territorio. Sin embargo, recientemente se han introducido diversas especies de pinos exóticos (como Pinus halepensis y P. radiata), que no sólo soportan perfectamente las condiciones ambientales, sino que se propagan rápidamente gracias a la ausencia total de otros árboles con los que competir.

La hipótesis de la ausencia de enemigos postula que el éxito de algunas invasoras se debe a que en los ecosistemas que invaden no existen depredadores, parásitos o enfermedades, capaces de frenar su expansión. La pobreza de especies propia de las islas o causada por las perturbaciones reduce la probabilidad de que una especie invasora encuentre resistencia por parte de competidores, depredadores o enfermedades en estos ambientes.

Características intrínsecas de las especies invasoras.

1. Elevadas tasas de crecimiento y reproducción. Ambos caracteres conducen a una eficaz monopolización de recursos y a un desplazamiento de las especies nativas por exclusión competitiva. Por ejemplo, algunos de los árboles invasores de riberas y cunetas, como el ailanto (Ailanthus altissima), la falsa acacia (Robinia pseudoacacia) o el arce negundo (Acer negundo), crecen a gran velocidad, producen abundantes cosechas de semillas cada año y/o generan abundantes rebrotes vegetativos. En animales, por ejemplo, la capacidad de reproducción partenogenética supone una gran ventaja (una hembra puede tener descendencia sin ser fecundada por un macho); por ejemplo, es el caso del pequeño caracol acuático Potamopyrgus antipodarum, procedente de Nueva Zelanda, que se ha propagado con gran éxito por Australia, Europa y América; la llegada de una única hembra a un río o lago puede dar lugar a una población muy numerosa, ya que su tasa reproductiva es muy elevada.

2. Flexibilidad y plasticidad fenotípica. Diversos autores han sugerido que las especies invasoras son capaces de aclimatarse más y mejor que las especies nativas a condiciones ambientales nuevas o cambiantes. Esta capacidad de aclimatación puede deberse a una elevada plasticidad fenotípica, cuando un determinado genotipo da lugar a fenotipos muy distintos en respuesta al ambiente, o a una alta flexibilidad funcional, es decir, el fenotipo puede variar en el tiempo en respuesta a las oscilaciones ambientales. Es más, la plasticidad fenotípica puede variar no sólo entre especies invasoras y no invasoras, sino entre poblaciones de una misma especie que muestran distinta capacidad invasora. Tal es el caso de la población autóctona relicta de ojaranzo (Rhododendron ponticum) en el sur de España, que muestra una baja plasticidad fenotípica, frente a las poblaciones invasoras de esta especie en localidades del centro de Europa, cuya plasticidad es muy elevada.

3. Facilidad para la hibridación. Algunas especies poseen gran facilidad para hibridar con otras, lo cual les permite aumentar su variabilidad genética. Esta capacidad les puede conferir un gran potencial invasor, ya que favorece el establecimiento de poblaciones estables en áreas nuevas a partir de unos pocos ejemplares introducidos. Como ejemplo, cabe mencionar el caso de la Malvasía canela (Oxyura jamaicensis), especie introducida en Inglaterra en los años cuarenta, que se ha hibridado con nuestra especie autóctona, la Malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala). Los híbridos son fértiles y se pueden cruzar entre sí y con los progenitores, lo cual contribuye a la expansión de esta malvasía a expensas de una pérdida de los caracteres originales de la especie autóctona.



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